top of page

El tío raro de las mallas

Llevamos ya de viaje por Sudamérica… ¿2 meses y un poco más? Y no había tomado conciencia “de mí mismo” hasta ahora. Pongámonos en situación.

Estamos en Mar del Plata, encantadora ciudad que invita a pasear sin prisas y descansar en la playa. Nos han echado del hotel a las 10am así que llevamos 4h deambulando por el paseo marítimo arriba y abajo, además de asistir al visionado gratuito de 7 cortos que compiten en el festival de cine de la ciudad (madre mía que mal están los argentinos)

Hemos montado nuestra “oficina” en un McDonald’s ya que Isa está con un esguince leve en el tobillo y no le conviene andar demasiado. Nuestro tren sale a las 00:18h y queremos aprovechar la tarde para mirar vuelos y destinos para la fase asiática del viaje. Tras 2h mirando la pantalla del móvil y apuntando posibles combinaciones en trozos de papel que hemos sacado del programa del festival, me levanto para ir al WC y es entonces cuando esta absurda historia ocurre: giro la cabeza y miro alrededor, percibiendo como todo el local abarrotado de adolescentes ruidosos me mira entre mordisco y mordisco a su Big Mac. ¿Qué está pasando? ¿Por qué me siguen con la mirada?

Entro en el baño y mientras descargo la vejiga hago un ejercicio de abstracción como si hubiera salido de mi cuerpo. Me pongo a mirar la escena desde arriba y me doy cuenta de la situación: Soy el tío raro de las mallas. Llevo unas mallas Quechua con tejido brillante, zapatillas de gore tex y polar de cuello alto que no encaja para nada con la estética de los marplatenses allí presentes. Pero claro, es normal que me miren raro… ellos no saben que llevo mis mallas brillantes de verano porque para ahorrar peso al hacer la mochila no metí pantalones de chándal… Tampoco saben que hoy dormimos en un tren de 7h rumbo a Buenos Aires para seguido coger vuelo a Iguazú. Hacer ese trayecto con vaqueros habría sido muy incómodo.

Si le añadimos el hecho de que hace ya 3 semanas que no lavamos en condiciones y la ropa limpia que nos queda está más que justa, queda justificado el atuendo deportivo que luzco.

Más de uno de los presentes en el McDonald's no me miraría así si supiera la historia que hay detrás de la combinación del tío raro de las mallas, pero como suele ocurrir en la vida tendemos a prejuzgar antes de conocer a las personas y las historias que hay detrás de sus atuendos, de sus arrugas o incluso de sus defectos. Si algo me está enseñando este viaje es a no prejuzgar a nadie sin conocerlo... así que gritaré orgulloso:

¡Sí! ¡Yo soy el tío raro de las mallas! ¡Soy viajero y me gusta!

Sólo me preocupa una cosa y es ¿cuál será el siguiente look si no encontramos pronto una lavandería? Cualquier cosa podría pasar… hasta que Paco Rabanne me copiase el estilismo…

Un saludo a tod@s y hasta la próxima.

El tío raro de las mallas.

Featured Posts
Recent Posts
Search By Tags
No hay tags aún.
Follow Us
  • Facebook Classic
  • Instagram Social Icon
bottom of page